San César de Bus

En la beatificación de César Bus, en 1975… El Papa Pablo VI anotaba: «La intuición, el genio –podría decirse– de César de Bus consiste en señalar una necesidad primordial, presentida con tanta perspicacia por los Padres del Concilio de Trento junto con el catecismo cuya redacción ordenaron, a fin de que todos los pastores, desde el obispo al párroco de una modesta parroquia, posean un manual de referencia.

Sin embargo, el terreno está todavía baldío. La indigencia del pueblo es extrema, y la dedicación de sus ministros no basta por sí sola para paliarla.

Gracias a su sólida e inteligente formación recibida en el seno de la escuela ignaciana mediante los cuidados de su director Péquet, César de Bus aprenderá también a conocer la vida, la doctrina espiritual y la obra de otros maestros pensadores de la época: Pedro Canisius, Roberto Belarmino, Felipe Neri y Carlos Borromeo. Sobre todo los dos últimos, dejan en él una huella indeleble, de tal modo que se empapa de sus inspiraciones, alimenta su acción con la de ellos y se inflama con el mismo ardor que ellos».