Oratorio de México, La Profesa

Oratorio Semanal: Terapia de las Enfermedades Espirituales Parte III

TARDES DE ORATORIO

P. Mario Acevedo Rodríguez, CO

26 agosto 2020

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ORATORIO DE SAN FELIPE NERI

P. Mario Acevedo Rodríguez, CO – Damián Marrún

26 agosto 2020

Terapia de las enfermedades espirituales parte III

 

PREPARÉMONOS CON NUESTRA ORACIÓN

Aquí estoy, Señor para pedirte con humildad que me concedas paz, tranquilidad, y amor propio para poder perdonarme y amarme, y poder amar a los demás con sinceridad y entrega.

Te pido que me ausentes de todas mis preocupaciones, y poder vaciar todos los problemas y dolores que llevo en mi alma, todos causados por mi equivocado proceder, y poder sinceramente entregarme de lleno a ti.

Sepárame Señor, de las cosas de mi vida que tanto amo para que te prefiera más a ti…. quiero que tú me ayudes a encontrar esa “perla escondida” que es aprender a vivir en la humildad.

Ante ti, Señor y ante mis hermanos, te suplico sencillamente me permitas alcanzar esa HUMILDAD, que tanta falta me hace. Te lo pido a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Salmo 31

Misericordia, Señor, hemos pecado. Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro me rodeas de cantos de liberación.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos, amén.

ORACIÓN A NUESTRO PADRE Y PROTECTOR SAN FELIPE NERI

Padre Felipe Neri, Profeta y Apóstol de la auténtica vida cristiana. Tu corazón de fuego encendido por el Espíritu Santo te hizo testigo ambulante del Evangelio, y de la caridad alegre y generosa.

Anímanos con tu Espíritu, para que desde el trato familiar y cotidiano con la Sagrada Escritura, la participación frecuente de los sacramentos, y el amor a la virgen Madre de Dios, nuestros Oratorios y Congregaciones, sean protagonistas actuales de la experiencia de Pentecostés y germen fecundo de la nueva evangelización.

Que nuestra respuesta cristiana sea pronta y generosa, alegre y comprometida con las necesidades de nuestro tiempo, y la cultura del tercer milenio. Amén.

Terapia contra la pereza: diligencia

La pereza es la tendencia a la ociosidad o al descuido de los propios deberes; es también un debilitamiento de la voluntad que rechaza cualquier esfuerzo y trabajo, que son necesarios para cumplir las propias obligaciones.

La pereza se convierte en un pecado grave cuando omites o justificas el no hacer cualquiera de tus obligaciones. Cuando la persona se deja dominar por el placer de la vida, y de la inconstancia aparece dicho pecado de muy diversas formas en el perezoso.

Los efectos que produce la pereza son que provoca malos pensamientos y malos deseos; Acarrea muchos vicios consigo porque la ociosidad es madre también de todas las miserias y de los vicios; Lleva a vivir a expensas de los demás y convierte al perezoso en un parásito sin fruto ni beneficio; Trae consigo el ser despreciado por todos; Daña a su familia, a la sociedad, y a la iglesia, porque no produce frutos ni temporales y espirituales; La vida del perezoso pierde sentido y se convierte en una persona inútil.

Vamos a revisar algunos pecados que se derivan de la enfermedad de la Pereza

  • La vagancia, esto es huir del trabajo. El perezoso pierde el tiempo sin hacer nada, aparenta realizar muchas cosas, pero no lleva a fin el cumplimiento de sus obligaciones y responsabilidades.
  • La indolencia, consiste en realizar tus propios deberes con lentitud a propósito. Realiza cualquier actividad sin energía ni ánimo.
  • La negligencia, es actuar sin atención y cuidado en los deberes y responsabilidades propias o ajenas.
  • La pusilanimidad, significa ser un cobarde para realizar tus deberes y tomar decisiones, y siempre encuentras una justificación para no hacerlos.
  • El tedio, se refiere al desgano o repugnancia que presentas para hacer cualquier cosa que te cueste esfuerzo.
  • La inconstancia, la tiene aquel que cambia de quehacer o de trabajo sin motivo. Nunca acaba nada y le echa la culpa a los demás de su disgusto ante al trabajo. Ante cualquier pequeña dificultad que se le presente cambia de trabajo siempre está comenzando cosas sin poner nunca las últimas piedras, no acaba bien lo que comenzó. Escoge sus ocupaciones según el capricho del momento.
  • La acedía, es el disgusto y desgano por todas las cosas que se relacionan con Dios, y suele denominarse también como tibieza espiritual. Pasan los días entre dormir, holgazanear y descansar. Inventa excusas tontas con el fin de no cumplir con su responsabilidad en su vida espiritual; tiene torpeza e indolencia en la guarda de los mandamientos y de sus deberes religiosos, se justifica de todo. Critica a los que hacer ejercicio de su fe.
  • La divagación de la mente se refiere a pensar cosas ilícitas, sucias, perturbadoras o maliciosas.

¿Cómo luchar contra la Pereza?

Acciones concretas

La pereza se combate practicando la virtud de la diligencia; esta virtud mueve a las personas a obrar con esmero y con espíritu de servicio en los intereses propios o ajenos.

  • Ponte honestamente frente a Dios y busca ayuda profesional para fortalecer tu voluntad; acompáñate de alguien que te motive con su ejemplo.
  • Aleja los pensamientos inútiles. Haz un buen examen de conciencia diariamente puntualizando en qué cosas puedes ser más productivo.
  • Reflexiona frecuentemente sobre los males que acarrea la pereza, asimismo a tu familia y a la sociedad, y ponte a trabajar y reparar daños. Planifica, ponte retos, pide a alguien que te acompañe en la supervisión de ellos.
  • Sigue la idea popular, “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
  • Ten en cuenta que el descanso consiste en realizar actividades que comporten menos esfuerzo, pero busca una afición sana, practica un deporte, toca un instrumento musical etc. así se evita el ocio.
  • Levántate diariamente en punto, en hora fija sin conceder ni un minuto a la pereza. Aséate diario.
  • Acercarte a los sacramentos de la Confesión y la Eucaristía para estar en gracia de Dios, y poder así vencer tus negligencias.
  • Sigue los consejos de tu director espiritual.
  • Recuerda que la pereza es un insulto a hacia ti mismo, hacia Dios y a los demás, porque te lleva a omitir acciones productivas que podrías hacer.
  • Empieza y termina cualquier cosa que te propongas hasta el último detalle. Lucha por ser constante y perseverante.
  • Controlar la imaginación sobre cosas ilícitas

Recuerda siempre las palabras de Jesucristo sobre la higuera: “Dijo entonces al viñador, ya van tres años que vengo en busca del fruto de esta Higuera y no lo encuentro, así que córtala porque está ocupando la tierra en balde; le respondió y dijo, señor, déjala un año más. Cavaré la tierra al rededor y le echaré abono, a ver si da fruto, para el año que viene e fruto, si no, la cortas” Lucas 13, 7-9

Terapia contra la envidia: caridad

La envidia es un sentimiento negativo que consiste en desear algo de una manera equivocada que otra persona pose.

La persona envidiosa provoca en sí una combinación de sentimientos -enojo, tristeza y malestar-, cuando perciben el bien del otro. La envidia está fuertemente ligada al resentimiento, ya que no se trata de desear mejorar para alcanzar lo que tiene la otra persona, sino desearle al otro que le vaya mal.

La envidia comienza primero con un pensamiento y se alberga en sentimientos dentro de la persona que lo llevan a experimentar furia, resentimiento, cólera, exasperación, indignación, fastidio, irritabilidad, hostilidad, pesar, melancolía, pesimismo, pena, auto compasión, abatimiento, desesperación.

 

¿Qué es lo que provoca en la persona la enfermedad de la envidia?

  • Provoca angustia y falta de paz en el alma, porque el envidioso no consigue dominar a los que considera sus enemigos.
  • Es fuente de odio. (como el que tuvieron a José sus propios hermanos. Génesis 37, 4). Lleva al homicidio.
  • Destruye la fraternidad y con frecuencia corrompe la amistad, es decir, hace a la persona traicionera y deshonesta.
  • Produce corazones secos, entenebrecidos, pobres y sin capacidad para amar.
  • Forma resentimientos y heridas profundas que lo llevan a buscar venganza o desquitarse siempre.
  • En ocasiones el envidioso realiza trabajos excesivos con el fin de no ser alcanzado por nadie.
  • Lleva a reír y a gozar ante las adversidades del prójimo.
  • Tiende a sembrar divisiones entre su familia y conocidos por no aceptar su condición social o económica o cualquier otra situación que le parece injusta aunque no lo sea.
  • Ataca con palabras y acciones al que ha conseguido triunfos y éxitos profesionales o bienes materiales.
  • Puede llegar al crimen.

Dice el apóstol Santiago (3, 16), “pues donde existen envidias y espíritus de contienda ayer y desconcierto y toda clase de maldad”.

¿Cómo luchar contra la envidia?

Acciones concretas

La envidia se combate practicando la virtud de la caridad. »). La caridad es la virtud que alimenta la unión fraterna y junto con la humildad sostiene la vida común, decía nuestro Padre San Felipe Neri.

  • Ten siempre en cuenta que todos somos hermanos, miembros del cuerpo de Cristo, cuya cabeza es Él. y las buenas cualidades de unos redundan en los otros es por eso que debes esforzarte en alegrarte al ver el bien ajeno como si fuera propio.
  • En tu oración pide a Dios que transforme tu corazón y tu mente, y que te haga rebosante de generosidad. Pide perdón con frecuencia.
  • Sirve a los demás desinteresadamente. Ante ponte a ti mismo.
  • Practica las obras de misericordia, corporales y espirituales. Planifica acciones de servicio.
  • Aprender a ver a los demás como iguales a ti, descubre sus valores y lo aprécialos y díselos con sinceridad.
  • Sé más reflexivo, para no dejarte llevar por cualquier movimiento de envidia. Quieres algo, trabaja por ello.
  • Fomenta la emulación en ti. Esto te ayuda a recuperar u obtener con la ayuda de Dios las virtudes que necesitas, reflejadas desde tus hermanos. Deja de verlos como tu enemigo.
  • Sé generoso.
  • Haz una exploración de tu persona a través de terapia y acompañamiento espiritual para reconozcas los valores que posees y por medio de ellos comenzar a adquirir más.
  • Deja de quejarte, de verte desgraciado o minusvalorado. Deja de conmiserarte y apréciate. Busca el origen de tu sentimiento de inferioridad.
  • Deja de sufrir “necesititis”, y concéntrate en lo que verdaderamente es indispensable. Auto-edúcate.

ORACIÓN

Gracias, Señor, porque nos invitas a mirarte tal cual eres y porque te has revelado como el Hijo de Dios vivo, que viene a salvarnos; por todas las gracias que nos regalas por medio de tu Iglesia y sus pastores como sucesores de los Apóstoles. Por eso te damos gracias Señor. Gracias Señor, gracias Señor.

Te pedimos perdón por las veces que no hemos confiado en tu misericordia y por las veces que hemos criticado a nuestros pastores en lugar de hacer oración y pedir por ellos, y cuando nos convertimos en jueces de nuestros hermanos. Por eso te pedimos perdón. Perdón Señor, perdón Señor.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y Bendita.

Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén

Santo Padre Felipe Neri, ruega por nosotros