Oratorio de México, La Profesa

Oratorio Semanal: La ansiedad en tiempos de incertidumbre

TARDES DE ORATORIO

P. Mario Acevedo Rodríguez, CO

08 julio 2020

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La ansiedad en tiempos de incertidumbre

¿Cómo combatirla espiritualmente?

Algunos especialistas en psicología, han afirmado con absoluta certeza, que el poder de la palabra es milagroso. El hecho de decir algo, afirmarlo y repetirlo de manera segura, hará que tal hecho suceda casi milagrosamente, siempre y cuando la palabra sea dicha con mucha fe y sea para el bien. Así lo dicen la misma Ley de Atracción y sobre todo el reconocido proverbio bíblico “Pide y se te dará(Mt 7, 7-8).

La oración hecha para pedir la cura de enfermedades, cautivó a millones de fieles alrededor del mundo debido a su enorme efectividad. El doctor Andrew Newberg del Hospital Thomas Jefferson en Pennsylvania, especialista en investigación  de la conducta y las enfermedades que se producen por los desajustes emocionales, reveló un prometedor estudio que ha realizado. El Dr. Newberg, estudió las imágenes de resonancias magnéticas de personas que oran y meditan, y los resultados han sido sorprendentes:

Cuando miramos el funcionamiento del cerebro, todo apunta a que es fácilmente capaz de ajustarse a las prácticas religiosas y espirituales y estas pueden llevar a sanar a la persona, es decir… Esta recuperación de la salud en algunas personas, sólo tiene sentido si está unida permanentemente a Dios, y que la persona sea consciente de que tenemos un cerebro que es capaz de comunicarse con Él, orándole y haciendo las cosas que Él necesita que hagamos”, nos dice convencido este médico.

El Dr. Andrew, científico y católico, recomienda a todas las personas que en cada momento posible del día y de la noche, hagan oración para pedir que el Señor Jesús cure sus enfermedades, con mucha fe y total esperanza, pero también siguiendo el cuidado de los tratamientos médicos que les han prescrito. Además,  tanto si el enfermo es uno, como también si se trata de ayudar a alguna otra persona cercana, la oración tiene su efecto cuando proviene de una voluntad libre y unida a Dios, y sobre todo estando en gracia de Dios, porque es necesario que uno mismo o el enfermo se encuentre gozando de la gracia que el Señor nos comparte a través de los sacramentos de la Sagrada Eucaristía y de la Reconciliación.

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Por tanto, los invito a que esta tarde hagamos oración por aquellos que en este momento tienen algún padecimiento,  para pedir el restablecimiento de su salud y la cura de nuestras enfermedades.

Hagamos un silencio preparatorio e invoquemos la presencia del Espíritu Santo sobre nosotros.

 

Oratio

 

Mi buen Jesús, te alabo y te adoro, te amo con todo mi corazón y agradezco tu entrega por nosotros en la Cruz. Acudo ante Ti sabiendo que estás siempre a nuestro lado y que todo lo ves, todo lo sabes y nunca nos abandonas. Tú que dijiste: “Yo soy la Resurrección y la Vida”, que recibiendo y llevando en Ti mismo nuestras enfermedades, curabas las dolencias y males de cuantos se te acercaban; a Ti asisto lleno de esperanza, lleno de seguridad, para implorar de tu Sagrado y Divino Corazón.

Señor Jesús compasivo y misericordioso, que al ciego de Jericó, que sentado junto al camino te decía en alta voz: “Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí”, le respondiste: “Recupera tu vista, tu fe te ha salvado”, y al momento pudo ver, te pido con toda mi fe: Tú que concedes vida en abundancia y eres médico verdadero y dador de salud, Tú que eres el Buen Pastor y cuidas de tu rebaño, te ruego que desciendas y concedas tu protección y amparo a este ser querido que tanto padece por su enfermedad, apelo a tu infinito Amor, a tu bondad y clemencia, y solicito la gracia de la salud para aquellos que están ahora padeciendo dolor o sufrimiento por la enfermedad.

Señor, devuélveme la salud. Omnipotente y sempiterno Dios, eterna salud de los que creen en ti, escúchanos en bien de tus hijos enfermos, por quienes imploramos el auxilio de tu Misericordia; a fin de que recobrada la salud, te demos gracias por tu infinito amor por nosotros. Por Jesucristo Nuestro Señor.  

Así sea.

 

Reflexionemos

¿Sabes por qué una persona se enferma?

  • Por vivir pensando en el pasado
  • Por guardar rencor y no perdonar
  • Por no saber soltar a tiempo
  • Por reprimir las emociones
  • Por no saber irnos a tiempo
  • Por renunciar a los propios sueños
  • Por no saber pedir perdón
  • Por rodearnos y mantenernos cerca de personas tóxicas

 

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es un trastorno en la persona, que le hace tener con frecuencia  preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias.

Con frecuencia, en los trastornos de ansiedad se dan episodios repetidos de sentimientos repentinos de agitación intensa, miedo o terror, que alcanzan un máximo en una cuestión de minutos y nos pueden provocar ataques de pánico.

Estos sentimientos de ansiedad y pánico interfieren con nuestras actividades diarias, y son difíciles de controlar en algunos casos, otras veces son tan desproporcionados en comparación con el peligro real, pueden durar un largo tiempo en las personas y provocarles un grado de estrés que también puede ser perjudicial para la salud física y que nos puede llevar a una fuerte depresión.

En general los síntomas pueden empezar en la infancia o la adolescencia y continuar hasta la edad adulta, sin embargo, por la situación actual que vivimos, la ansiedad ha comenzado a generalizarse entre nosotros, y seguramente en algún momento nos ha alcanzado también, ya que todos hemos tenido que vivir un aislamiento forzoso, que muchos no han sabido manejar y que ya en estos momentos les ha empezado a provocar desequilibrios emocionales, en la conducta y en su salud física.

Con el propósito de prevenir estos sentimientos y situaciones que nos afectan, algo que podemos hacer es que evitemos ciertos lugares o situaciones, aunque lo cierto es que ahora mismo no podemos hacerlo porque aún seguimos la mayoría confinados, y teniendo sobre nosotros muchas malas noticias, aunadas a este aislamiento y falta de movilidad, y de relación interpersonal, y tales situaciones están provocando estragos en algunos.

Te invito a que identifiquemos algunos síntomas o comportamientos que se pueden presentar y cómo tratarlos debidamente, para que podamos afrontarlos de la mejor manera, sobre todo desde nuestra espiritualidad y nuestra fe en Cristo Jesús. Lo haremos explicando las siguientes preguntas:

¿Qué puede pensar la gente durante el aislamiento que estamos viviendo?

  •  ¿Qué me puede pasar a mí, a mi familia? ¿Me voy a morir? ¿Cuántos se van a morir?

        Esto comienza a generar sentimientos de ansiedad, de tristeza y angustia.

¿Cuáles son los síntomas de una depresión?

  • La pérdida del gusto por las cosas de la vida, puede cambiar el patrón de alimentación, surgen ideas pesimistas constantes y recurrentes; dificultad para concentrarse; pensamientos de muerte; Desánimo total.

¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?

  • Si tenemos o experimentamos una sensación que no logra tener una explicación precisa, que no hay claridad en lo que estoy sintiendo, y que esto me genera una gran inquietud interna, y además se acompaña de síntomas somáticos como el aumento de la frecuencia cardíaca, la sensación de ahogo, molestias gastrointestinales, desesperación que me puede provocar comezón en la piel, hinchazón e incluso dolor de cabeza, probablemente estés padeciendo un cuadro de ansiedad, pero no te asustes, esto podemos controlarlo.

Algunas recomendaciones para controlar esto

  • Cambiar nuestras actividades cotidianas.
  • Cambiar el foco de atención que tenemos en este momento.
  • Hacer ejercicios físicos y de relajación.
  • Buscar, llamar, comunicarnos con nuestros familiares y amigos sin caer en falsos alarmismos.
  • Realizar actividades recreativas como el dibujo, el juego, la música, la lectura, etc.
  • Manejar la información que te llega por las redes sociales o los medios de comunicación bajo un criterio con un sano juicio.
  • Si hay conflicto con los hijos o con la pareja es necesario y oportuno que se dialoguen esas situaciones que no se han hablado, siempre con una actitud humilde y abierta, sin generar agresión, sino fomentando la escucha, atención y llegando a acuerdos.
  • Es importante que todos los miembros de la familia si es que no vives solo, logren armonizar su situación familiar y aprendan a compartir sus espacios vitales y que sea la oportunidad de encontrarnos con ellos y con nosotros mismos.
  • Practicar una nueva forma de Oración personal, y de relación con Dios, con su Palabra Divina que nos lleve a experimentarlo de una forma diferente y que nos lleve a ser más dóciles. 
  • Meditación y contemplación de las cosas divinas.
  • Acompañamiento terapéutico y espiritual.

Recuerda que nosotros los hijos de Dios, estamos consagrados a Él por el bautismo, y hemos sido elegidos por Él para poder gozar de plenitud, por eso a través de nuestro desarrollo y crecimiento espiritual podemos volver a generar una paz interna y autocontrol que nos ayude a volver a tener tranquilidad, a pensar con objetividad, y a actuar con calma y sensatez para poder lograr nuevamente el equilibrio en nuestra vida.

Nuestra propia iglesia, tomando las palabras del apóstol Santiago nos recomienda:

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Lectio

 

De la carta del apóstol Santiago 5, 12-16

¿Sufre alguno de ustedes? Que ore. ¿Está alguno alegre? Que cante. ¿Está enfermo alguno de ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia para que oren sobre él, y le unjan en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados. Confiesen pues, mutuamente sus pecados y oren unos por otros, para que sean curados. La oración ferviente del justo, tiene mucho poder”

Palabra de Dios

Meditatio

 

Orar sin cesar – La oración de Jesús

1Tes 5, 17        “Oren sin cesar

La Oración de Jesús consiste en sentarse en el silencio, aquietar la mente y dirigir la atención al corazón, armonizando cuerpo y alma mediante la sincronía entre la respiración y la respiración meditativa de estas palabras:

“Señor Jesucristo, ten piedad de mí”.

Esta simple y riquísima tradición, centrada en Jesús y en su misericordia, cuenta con varias formas diferentes de hacer la misma plegaria: « ¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!», « ¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros, pecadores!»; « ¡Jesucristo, Hijo de Dios, Señor, ten piedad de nosotros, pecadores!»; « ¡Señor Jesús, ten misericordia de mi!»…

Un obispo ortodoxo describe:

“La primera parte, ‘Señor Jesucristo, Hijo de Dios’, es dicha mientras se inspira; la segunda, ‘ten piedad de mí’, mientras se expira. Hay otros métodos posibles: la recitación también puede sincronizarse con los latidos del corazón».

Como agua en piedra dura, la repetición va ablandando el corazón del peregrino, «profundizando en su carne».

Orar sin cesar significa repetir estas palabras decenas, cientos, miles de veces al día. Y pasa por varias fases, y ¿qué ocurrirá con esto? Que la persona pasará del desánimo y la pereza iniciales a las primeras sensaciones de calidez en el pecho, la purificación venida de las lágrimas, el sentimiento de unión con el mundo, la apertura a la paz, hasta alcanzar la experiencia del amor divino.

Quien alcanza la oración continua, aprendiendo a «orar sin cesar», hasta durmiendo poseerá el nombre de Jesús que se anidará en su corazón y entonces podrá ser intercesor continuo por las necesidades de sus hermanos.

El Catecismo de la Iglesia católica dedica algunos párrafos a la Oración de Jesús:

2667 Esta invocación de fe bien sencilla ha sido desarrollada en la tradición de la oración bajo formas diversas en Oriente y en Occidente. La formulación más habitual, transmitida por los espirituales del Sinaí, de Siria y del Monte Athos es la invocación: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros, pecadores” Conjuga el himno cristológico de Flp 2, 6-11 con la petición del publicano y del mendigo ciego (cf. Lc 18,13; Mc 10, 46-52). Mediante ella, el corazón está acorde con la miseria de los hombres y con la misericordia de su Salvador.

2668 La invocación del santo Nombre de Jesús es el camino más sencillo de la oración continua. Repetida con frecuencia por un corazón humildemente atento, no se dispersa en “palabrerías” (Mt 6, 7), sino que “conserva la Palabra y fructifica con perseverancia” (cf. Lc 8, 15). Es posible “en todo tiempo” porque no es una ocupación al lado de otra, sino la única ocupación, la de amar a Dios, que anima y transfigura toda acción en Cristo Jesús.

El Peregrino Ruso 

El libro “Relatos de un peregrino ruso” es un clásico de la espiritualidad cristiana oriental. Fue escrito por un monje ruso anónimo, en el siglo XIX, y cuenta la historia de un hombre que quería aprender a rezar. Ese hombre oyó una vez que la Biblia afirma que debemos «orar sin cesar». Él buscó a muchos maestros, pero ninguno lo satisfizo. Hasta que encontró a un monje (“staretz”) que le enseñó la Oración de Jesús, la simple y profundamente reverente repetición del nombre de Jesús. Fue a partir de entonces que la oración se apoderó de la mente y el corazón del peregrino buscador.

Ef 6, 18   “Siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos”

 

Oración de confianza ante la enfermedad

Señor Jesús, te agradezco por el don de la vida. Tú conoces las personas y la circunstancias que me han formado ya sea física, emocional y espiritualmente. Ellas y las más íntimas experiencias de mi mente y de mi corazón, me han hecho la persona que soy ahora. Perdóname señor por todas las veces que te he fallado, por mis errores contra mí mismo y los demás.

Al mismo tiempo les pido perdón a todos los que con mi actitud he lastimado, y perdono a quienes me han herido. Ayúdame a ver que mi enfermedad o padecimiento tiene una parte muy importante que decirme en mi vida, ella me ayudará a ser plenamente la persona que tú quieres que yo sea.

No permitas que yo pierda o desperdicie lo que tú quieres hacer conmigo, para hacer completa mi vida en esta tierra y para preparar mi vida contigo en el cielo.

Ahora estoy dolorido, cansado, confundido. Te pido que aceptes cada respiro como un acto de amor y de confianza en ti, tú eres mi salvador y yo quiero descansar sobre tu amante corazón, en la seguridad y en la paz como un niño en los brazos de su padre. Sé que nunca me abandonarás.

 Te amo Señor con todo mi corazón, a tu Santo Espíritu, y a nuestro Padre misericordioso. Amén

 

Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te dirigimos, antes bien líbranos de todo peligro, o virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo, Amén.

 

Santo Padre Felipe Neri, ruega por nosotros.

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