Oratorio de México, La Profesa

Oratorio Semanal: El perdón, la terapia de las terapias

TARDES DE ORATORIO

P. Mario Acevedo Rodríguez, CO

23 septiembre 2020

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 ORATORIO DE SAN FELIPE NERI

P: Mario Acevedo Rodríguez, CO

23 septiembre 2020

El perdón: la terapia de las terapias

“El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos”.

Proverbios 17,9

ORACIÓN PARA PEDIR HUMILDAD

¡Señor, concédeme la gracia de crecer cada día a tu lado; ¡envíame a tu Santo Espíritu para que mis esfuerzos cotidianos me lleven a ser mejor persona, a no dejarme llevar por lo negativo, a que no me venzan los caprichos y los deseos mundanos, a no tomar aquello que no es agradable a Dios! ¡Concédeme la gracia, ¡Señor, de dominar mis impulsos y ser siempre dueño de mí mismo no dejándome vencer por las acechanzas del demonio! ¡Envíame, ¡Señor, a tu Santo Espíritu para que sea siempre consecuente con mis pensamientos, palabras y acciones! ¡No permitas, Señor, que vaya siempre justificando mis actos y dando falsos pretextos cuando he hecho mal las cosas o no simplemente no he actuado bien! ¡No permitas que mi voluntad me venza, y ayúdame a trabajar siempre por hacer la voluntad de tu Padre!

¡Dame, ¡Señor, la humildad para darme a los demás, para ser consciente de mi pequeñez, de mis debilidades, de mi necesidad de Ti! ¡Dame el don del respeto al prójimo para valorarlo como es y no juzgarlo! ¡Permíteme tener siempre una conciencia recta que no navegue entre las olas del que dirán! ¡Ayúdame a comprender al prójimo, al que más cerca tengo, y dame la sabiduría para saber orientarle siempre en sus necesidades! ¡Concédeme la gracia de saber sacrificarme y mortificarme por Ti y por el prójimo! ¡Borra de mi corazón la soberbia y el egoísmo, mis comodidades, mis autosuficiencias, mi materialismo, mi permisividad, mi tibieza, porque quiero acercarme más a Ti! ¡Ayúdame, ¡Señor, a mantenerme siempre firme en mis principios y a controlar siempre lo que pienso, lo que digo y lo que hago, por mi propio bien y para honrarte a Ti y a mis hermanos! ¡Bendíceme, ¡Espíritu Santo, con esta valiosa virtud! Amén.

ORACIÓN A NUESTRO PADRE SAN FELIPE NERI

Padre Felipe Neri, Profeta y Apóstol de la auténtica vida cristiana. Tu corazón de fuego encendido por el Espíritu Santo te hizo testigo ambulante del Evangelio, y de la caridad alegre y generosa. Anímanos con tu Espíritu, para que, desde el trato familiar y cotidiano con la Sagrada Escritura, la participación frecuente de los sacramentos, y el amor a la virgen Madre de Dios, nuestros Oratorios y Congregaciones, sean protagonistas actuales de la experiencia de Pentecostés y germen fecundo de la nueva evangelización. Que nuestra respuesta cristiana sea pronta y generosa, alegre y comprometida con las necesidades de nuestro tiempo, y la cultura del tercer milenio. Amén.

La Palabra Divina

Proclamación del santo evangelio según San Juan

Jn 3, 16

“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”

Palabra del Señor

¿Qué es el perdón?

El perdón es la llave de la libertad y la paz interior. Para pedir perdón se requiere humildad. Pero, ¿qué es la humildad? La humildad es una actitud de la persona que consiste en tener conciencia de sus virtudes y defectos, para obrar de acuerdo a ello. Las personas que actúan con humildad son personas moderadas y sencillas, no tienen complejos de superioridad y respetan profundamente a las personas de su entorno. La humildad comienza a manifestarse en el autoconocimiento, es decir, en saber de qué somos capaces, hasta dónde podemos llegar, y reconocer con honestidad, cuáles son nuestras debilidades y trabajar en ellas. Esta conciencia de sí mismo es una forma de disciplina muy importante porque nos puede ayudar a frenarnos y modificar e inclinar todo hacia el bien. Para perdonar se requiere humildad y misericordia.

Ni la humildad ni la misericordia son fáciles. Sin embargo, son condiciones para alcanzar el perdón, la paz interior, y la salvación eterna.

En la Sagrada Escritura, la palabra griega “perdonar” significa literalmente “dejar pasar”. Perdonar significa, dejar a un lado que alguien que te ha ofendido, y ya no tener en cuenta su falta al grado que te vuelva a doler y te mantenga sufriendo.

Perdonas al otro y te perdonas a ti mismo, cuando dejas de guardar resentimiento y no insistes en pedir una compensación por el daño que te han hecho, o por la pérdida que has sufrido.

El perdón es una expresión de arrepentimiento y una forma de reparar el error, el daño causado que incluso se aplica a uno mismo.

La Sagrada Escritura enseña que el perdón se basa en el amor sincero, ya que el amor “no lleva cuenta del daño” (1 Corintios 13 4, 5).

¿Cómo se llega al perdón?

La curación de una persona ante sus situaciones desgarradoras sólo puede realizarse en el momento en el que uno se perdona y perdona. Esta etapa en la persona tiene el poder de transformar no sólo nuestro amor hacia nosotros mismos, sino también el corazón y nuestro cuerpo.

Dar del tiempo necesario para realizar el proceso del perdón cada etapa puede pasar por un día o más tiempo, lo importante es que tu deseo de lograrlo sea sincero, y cuando la herida que te han provocado es grande y profunda y el ego se resiste, puedes tomar más tiempo. Recuerda que el hecho de perdonar a alguien no significa que estés de acuerdo con la ofensa, pero no per no debe guardar ese resentimiento para siempre.

Existen tres emociones vividas por los seres humanos qué trastocadas generan un dolor, que provoca el enojo que nos lleva el resentimiento y al odio y eso nos impide el perdón.

Las cinco heridas más importantes es que nos pueden llevar al rencor y resentimiento que no nos permiten perdonar son: el rechazo, el abandono, la humillación, la traición, y la injusticia.

En lugar de concederse el derecho de ser humanos, y tener todavía heridas no sanadas por no haber perdonado al otro ni uno mismo, la mayoría de las personas prefieren seguir acusando a los demás de ser la causa de su miedo, de su enojo, y de su tristeza en lugar de perdonar, ye no se dan que lo único que pasa en ellos es que esos sentimientos los hace enfermar.

Algunos puntos importantes sobre el perdón

El perdón no incluye obligatoriamente la reconciliación. Perdonar o pedir perdón son opciones personales que no necesitan de la colaboración de la otra persona. Sin embargo, la reconciliación es un proceso de dos. Por ejemplo, el perdón no supondrá nunca restaurar la relación con alguien que con mucha probabilidad pueda volver a hacer daño.

El perdón no implica olvidar lo que ha pasado. El olvido es un proceso involuntario que se irá dando, o no, en el tiempo. Solamente implica el cambio de conductas destructivas a positivas hacia el ofensor. Hay ideas erróneas asociadas con el perdón como que si se perdona no se debe acordar o sentirse enfadado por lo ocurrido. Recordar algo es un proceso automático que responde a estímulos que se pueden encontrar en cualquier parte y los sentimientos que se tienen no se pueden modificar voluntariamente, las respuestas que damos cuando tenemos esos sentimientos si pueden llegar a ser voluntarias.

El perdón no supone justificar la ofensa que se ha recibido ni minimizarla. La valoración del hecho será siempre negativa e injustificable, aunque no se busque justicia o se desee venganza.

El perdón del que se trata tampoco supone obligatoriamente levantar la pena al ofensor y que no sufra las consecuencias de sus actos. Para que se dé la reconciliación es preciso que el ofensor realice una restitución del daño que ha causado, si es posible, o cumpla la pena que la sociedad le imponga.

El perdón consiste en que el que perdona deja de buscar activamente que se haga justicia y es parco en las consecuencias que busca y, sobre todo, no intenta obtener una descarga emocional junto con la justicia.

Perdonar no es síntoma de debilidad, porque no se trata de dar permiso al otro para que vuelva a hacer daño, sino que se puede perdonar cuidando de que no nos hagan daño de nuevo.

Actitudes fundamentales para que te perdones y perdones

  • Analizar la ofensa, piensa en el error que has cometido, el daño que has hecho, las emociones que sientes al respecto (tristeza, enfado, orgullo) y responsabilízate.
  • Empatiza con la persona que has ofendido, piensa en el dolor que siente por tu acto, en cómo se está sintiendo y que necesita.
  • Solicita el perdón, exprésate de forma breve introduciendo palabras cómo “lo siento”, “disculpa por”, “perdona por”. Muestra tu arrepentimiento sin dramatizar o exagerar. Muestra una disculpa sincera. Recuerda que vas a pedir perdón por un acto erróneo que has cometido y reconocer que te has equivocado.
  • Escucha y reconoce la importancia de lo ocurrido. La otra persona está ofendida por lo que has hecho. Deja que exprese sus sentimientos. Acoge sus emociones con frases del tipo “lo entiendo”, “así es” …
  • No te justifiques. Responsabilízate de tu acción ante la otra persona.
  • No exijas el perdón. Sé paciente. Sé que te gustaría recibir el perdón cuanto antes, para calmar tu propia angustia, pero, dale su tiempo para que pueda expresar sus sentimientos y pensar la decisión que quiera tomar: perdonar o no perdonar.
  • Indaga cómo reparar el daño. Para solventar el daño, y que la persona pueda perdonar, tienes la opción de preguntar qué puedes hacer para arreglar lo sucedido. La persona ofendida en ese momento podrá o no podrá decirte cómo resolverlo. Si te lo dice, comienza cuanto antes. Si no es así, espera un tiempo para volver a intentarlo. Hay que esperar a que la persona ofendida decida qué hacer.
  • Muestra sinceridad en tu intención de reparar lo sucedido. Implicándote en conseguirlo.
  • Pide ayuda. Si te cuesta pedir perdón o tienes dificultades para reparar el daño, considera que cómo otros recursos y habilidades, podemos necesitar adquirirlas, y las psicólogas y psicólogos podemos ayudarte, indicándote estrategias y acompañándote en el camino.

“Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial”.

Mateo 6,14

“De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes”.

Colosenses 3,13

“Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra”.

2 Crónicas 7, 14

“No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará.

Lucas 6,37

“Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: ―Señor, ¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? ―No te digo que, hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —le contestó Jesús—“.

Mateo 18 21-22

ORACIÓN FINAL

“Cuando confesamos nuestros pecados, Dios, fiel y justo, nos los perdona”

(1 Jn 1,9)

Padre, me declaro culpable, pido clemencia, perdón por mis pecados. Me acerco a ti con absoluta confianza porque sé que tú prefieres la penitencia a la muerte del pecador A ti no te gusta ni la venganza ni el rencor, tu corazón es compasivo y misericordioso, y sé que sólo estás esperando a que tenga la humildad de reconocer mi pecado, arrepentirme y pedir perdón para desbordar la abundancia de tu misericordia. Miro al horizonte: veo tus brazos abiertos y un corazón de Padre queriendo atraerme con lazos de un amor infinito. Padre, perdóname, quiero recibir el abrazo eterno. Tu enseñanza es muy clara: para ser perdonados y poder entrar en el Reino de los cielos debemos tener un Corazón como el tuyo.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y Bendita.

Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén

 

Santo Padre Felipe Neri, ruega por nosotros