Representación Mexicana de Oratorianos de San Felipe Neri
Oratorio: San John Henry Newman C.O.
Presentan: Oratorianos del Oratorio de Nuestra Señora de la Paz, Ciudad de México
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Pongámonos ante la presencia de Dios:
+ En el nombre del Padre y + del Hijo y + del Espíritu Santo. Amén.
Espíritu Santo derrama sobre nosotros tu Bendición, ilumínanos, guíanos, consuélanos, derrama sobre nosotros tus dones. Amén.
ORACIÓN VOCAL
SALMO 4 Dios es seguridad y felicidad.
OH, Dios, mi justo juez, que, cuando a ti clamo me respondes, y de mis apuros me sacas: compadécete de mí, escucha mi plegaria.
Hombres ¿hasta cuándo tendréis el alma ciega, amando la vanidad, siguiendo la mentira? Sabed que el Señor ha hecho prodigios a su amigo; cuando le grito me oye. Temblad y no pequéis; conversad, callados, sobre el lecho, con el corazón. Ofreced al Señor sacrificios puros y tened en ÉL vuestra confianza.
Dicen: “¿Quién nos hará ver la dicha?”. Haz que el resplandor de tu rostro nos alumbre. Señor, derramaste en mi corazón más alegría que cuando trigo y vino sobreabundan. Señor, me acuesto tranquilo y me duermo; tú solo, haces que yo viva seguro.
TRATO FAMILIAR CON LA PALABRA DE DIOS
Lectura del Santo Evangelio según San Juan. (20, 24-29)
Tomás, uno de los doce, a quién llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó, “si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”. Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La Paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo, trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió; “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió, “tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”. PALABRA DEL SEÑOR.
MEDITACIÓN DE LA PALABRA.
En un momento de intimidad con Jesús nuestro Señor, pensemos y recordemos cuando nosotros hemos tenido enfermedades, conflictos, problemas, necesidades, tempestades, fracasos, problemas económicos, tentaciones, pecados, y hemos dudado de la presencia de Dios en nuestras vidas. De cuantas ocasiones hemos tenido oídos a comentarios erróneos de Dios e inclusive de burlas y mofas a nuestro Señor, y no hemos dicho nada; nos hemos quedado callados e inclusive hemos participado en ello; ya sea porque no hemos tenido el valor para defender nuestra fe o porque somos tibios y compartimos “eso” para no ser criticados.
Recuerda algún momento, hecho, o situación en que la presencia del Señor ha sido viva en ti, y repite lo que Jesús le dijo a Tomás y hoy te dice a ti. “tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.
En un momento de silencio dirige tu mirada a Jesús, siente su mirada y déjate abrazar por ÉL. Expresa en ese abrazo lo que sale en este momento de tu corazón.
VIDA DE SANTOS
Ahora hablemos de un Santo para nuestro tiempo, de San John Henry Newman.
Recordemos algunos datos importantes de su vida que destacan el enfoque de nuestro tema. Nace en Londres, el 21 de Febrero de 1801 en el seno de una familia de alcurnia. Eran fabricantes de papel; su padre era banquero por lo que recibió una educación cultivada; su madre pertenecía a una familia de Hugonotes (calvinistas franceses). De ella recibió su entrenamiento religioso y así fue que tuvo contacto desde pequeño con las Sagradas Escrituras. Pertenecían al Anglicanismo Tradicional. La educación recibida le permitió aprender latín y griego, además de aprender a tocar el violín desde los 7 años; fue así como creció su amor por la música. Él mismo dijo que en sus primeros años de vida había sido “muy supersticioso”; tomó gran deleite por la lectura de la Biblia. Leyó obras de escépticos como Paine, Hume, Voltaire y novelas de Walter Scott y probablemente fue influenciado por sus ideas. Debido a un colapso financiero sobrevenido por las guerras napoleónicas en 1816 Newman se quedó solo en su escuela durante las vacaciones de verano. Conmocionado por el desastre familiar cayó enfermo, él lo considero como un punto de inflexión de su vida. A esta edad de 15 años, en su último año de escuela, “se convirtió”. Su interés primero y último era Dios, solo importaban para él dos personas “él y Dios”; este es un incidente que marco toda su vida; << cayó bajo la influencia de un determinado credo, recibió en su intelecto “impresiones de dogma” que, a través de la Misericordia de Dios, nunca fueron borrados u obscurecidos>> Hasta este momento Newman ha tenido una crianza convencional en un hogar de la Iglesia de Inglaterra. Su fe se identificó entonces como evangélica y calvinista.
En 1821 ya había renunciado a la intención de estudiar para abogado y decidió “tomar órdenes”. Es así como fue ordenado en 1824 y se convirtió en párroco en San Clemente, en Oxford, donde permaneció dos años. En el año de 1825 recibió la ordenación sacerdotal en la Iglesia Anglicana. En 1826 llegó a ser Tutor en el Oriel College. En1833 era Teólogo Inglés, publicó Tracts for the times, lo que le dio el nombre de “Tractariano”. Fue jefe de este movimiento en Oxford; nombre por el cual fue conocido en un principio el movimiento anglo-católico. Con el estudio e investigación de los Padres de la Iglesia se concentró en el estudio de la Tradición Cristiana; A partir de este momento para Newman la “Iglesia Primitiva” es el modelo por excelencia.
En 1845 es un presbítero anglicano convertido al catolicismo. Al ser recibido en el seno de la Iglesia Católica, fue a Roma y recibió las órdenes sacerdotales. A su regreso a Inglaterra estableció en 1848 una rama del Oratorio de San Felipe Neri y por espacio de 40 años vivió en el Oratorio de Edgbaston, Birmingham. En 1879 obtuvo el capelo cardenalicio de manos del Papa León XIII. Toda su vida escribió; tiene obras publicadas que alcanzaron gran fama. Escribió poemas, oraciones, y libros sobre la Filosofía de la fe.
LA VOCACION ORATORIANA DE SAN JOHN HENRY NEWMAN ES UN EJEMPLO DE VIDA ENTREGADA A DIOS.
Hay que destacar que toda su vida fue un sacrificio por la búsqueda de la verdad. Desde joven abrazó la causa de la religión revelada y se entregó a ella totalmente; retirándose de la Iglesia Anglicana cuando estaba en la cumbre de su prestigio, para iniciar una nueva vida en el Catolicismo, estaba convencido de que: “Esta es la Verdadera”.
En toda su etapa de creyente e intelectual, dio testimonio de la profunda compatibilidad entre las exigencias de la Fe y las de la Razón. La Providencia lo llevó hasta el Oratorio, una sugerencia y un llamamiento acogido con humildad y profunda ilusión, sumergiendo su espíritu y su inteligencia en el estudio de San Felipe. Puede decirse que el influjo de Newman fue, y es aún:
- Espiritual, por su sobrenatural interioridad ausente de toda mundanidad
- Intelectual, por su apertura sincera, radical y obediente a toda la verdad
- Existencial, por su unidad de vida, santidad y ciencia
- Teológico, por su aportación sobre el desarrollo de la comprensión y definición de las verdades de fe; así como por su visión del laicado dentro de la Iglesia.
Toda la etapa católica de Newman ha de entenderse en el Espíritu Filipense y la singular estructura de su obra: EL ORATORIO.
UN SANTO PARA NUESTRO TIEMPO.
A la luz de su entero pensamiento, muchos consideran a Newman un Pilar de la Renovación Teológica del siglo XIX y un claro Precursor del Concilio Vaticano II.
El mundo actual nos presenta crisis de todo tipo, hedonismo, gente en busca de “falsa felicidad”, enfermedad, violencia, problemas económicos, sociales y del ambiente; muerte, aislamiento, idolatría y falsos dioses; ausencia de paternidad y maternidad responsables, desintegración familiar, divorcios, en sí un caos. La necesidad de verdadera Fe.
Necesitamos que poco a poco el Espíritu Santo, nos llene de fuerza, de valentía para dejar de ser mediocres, cobardes y que seamos capaces de dar la vida por nuestra fe, ser testimonio vivo de nuestro ser cristiano. Y es precisamente esto lo que contemplamos y recordamos de San John Henry Newman.
El Papa Benedicto XVI recordaba las enseñanzas del Cardenal Newman, durante la vigilia de oración con motivo de su beatificación con estas palabras.
“Nos enseña que, si hemos aceptado la Verdad de Cristo y comprometido nuestra vida con ÉL, no puede haber separación entre lo que creemos y la forma en que vivimos nuestras vidas”. Y agregaba, la existencia de Newman nos enseña que la pasión por la verdad, la honestidad intelectual y por la conversión genuina implica un gran precio que pagar”. “La verdad que nos hace libres no puede ser retenida para nosotros mismos, exige testimonio; necesita ser escuchada y en el fondo, su poder de convencer viene de sí misma; y no de la elocuencia humana o del razonamiento en sí que puede ser puesto”. En Birminham el Papa Benedicto XVI recordaba que el Cardenal Newman vivió profundamente está visión tan humana del misterio sacerdotal en sus desvelos y visitas pastorales por el pueblo durante los años dedicados al Oratorio que él mismo fundó, visitando a los enfermos y a los pobres, consolando a los tristes o atendiendo a los encarcelados. No sorprende que, a su muerte, tantos miles de personas se agolparan en las calles mientras su cuerpo era trasladado al lugar de su sepultura. El Oratorio nace del encuentro entre un alma excepcionalmente interior y una mente excepcionalmente abierta. He aquí la vocación a la que se sintió llamado John Henry Newman y a la que respondió con entrega generosa y fidelidad creativa durante el resto de su vida.
El Papa Francisco nos invita a la alegría. Nos dice: “La alegría es la respiración y el modo de expresarse del cristiano; quién no es un cristiano alegre, no es un buen cristiano”. Para los oratorianos tanto consagrados como laicos la alegría es un estilo de vida. Como resultado de un proceso espiritual individual primero y segundo en grupo, en familia, que nos permite a cada persona encontrarse, confrontarse, conocerse y reconocerse, entender y entenderse dentro de su propio y personal sentido de vida, para dar respuesta al llamado a la santidad que recibimos desde nuestro bautizo. En este sentido San John Henry Newman nos enseña mucho y nos guía para lograrlo.
Otro aspecto que nos enseña este santo es la escucha de la palabra y la familiaridad para acogerla, para recibirla, como un don de Dios, como un regalo para la vida. Oír la palabra con profundo sentido cristiano, con un trato familiar y cotidiano, con naturalidad, pero sobre todo con intimidad, con cercanía de proximidad, la Palabra que abraza nuestra vida, la sostiene, la transforma; nos lleva a conocer a Cristo y da la importancia y centralidad que “Él tiene en nuestra vida”.
Esta transformación de llevarnos real y verdaderamente a conocer y unirnos a Cristo es alcanzar la transformación de nuestra vida, que nos lleve a contrarrestar el cansancio, las fatigas, el desgaste y el agobio de la vida. Sobre todo, en estos momentos de enfermedad, de angustia, de aislamiento, de incertidumbre, de muerte y dolor. Recordemos un poco el sentimiento y emoción al momento de nuestra reflexión de la Palabra al inicio de nuestro Oratorio y si recibimos el abrazo de Jesús y si a su vez dimos nuestro abrazo a Jesús con todo lo que de nuestro corazón salía, con ese sentimiento y actitud, escucha el susurro… “Vengan a mí los agobiados y fatigados de la vida” y así con este sentimiento y emoción pidamos como fruto de este momento, ser oyentes de la Palabra como María Virgen y Madre, como San Felipe Neri nos enseña, y como San John Henry Newman lo hizo. Ellos que son modelo en el Oratorio y del seguimiento a Cristo Jesús como centro de nuestras vidas.
Por todo esto y muchas cosas más podemos decir: San John Henry Newman “es un Santo de nuestro tiempo”.
Y qué mejor que destacar su Lema “El Corazón habla al Corazón”, que nos da la perspectiva de su comprensión de la vida cristiana como una llamada a la santidad, experimentada como el deseo profundo del corazón humano, de entrar en comunión íntima con el corazón de Dios. Pidamos que su intercesión nos ayude y su ejemplo nos inspire.
ORACIÓN A SAN FELIPE NERI DEL SANTO JOHN HENRY NEWMAN, C.O.
Oh San Felipe Neri, amadísimo protector mío, acudo a ti y me pongo en tus manos, y te pido que me alcances una verdadera devoción al Espíritu Santo.
Haz que participe de tal manera del amor que tú le tenías, que, así como Él se dignó descender de un modo prodigioso a tu corazón y lo abrazó en amoroso fuego, también a nosotros nos favorezca con los variados dones de su gracia. No permitas que permanezcamos fríos, siendo hijos de un Padre tan fervoroso.
Implora para nosotros la gracia de la oración y el gusto de contemplar las cosas divinas. Haz que adquiramos la fuerza necesaria para dirigir nuestros pensamientos y alejar las distracciones. Consíguenos el don de conversar con Dios, sin jamás cansarnos de estar con Él.
Vaso del Espíritu Santo, corazón ardiente, luz de Santa alegría, ruega al Señor por nosotros
CANTO A MARÍA VIRGEN Y MADRE.
SANTA MARÍA DEL CAMINO.
Mientras recorres la vida, tú nunca solo estas, contigo por el camino Santa María va. Ven con nosotros a caminar SANTA María, ven. (2)
Aunque te digan algunos que nada puede cambiar, lucha por un mundo nuevo lucha por la verdad. Si por el mundo los hombres sin conocerse van, no niegues nunca tu mano al que contigo está.
Aunque parezcan tus pasos inútil caminar, tú vas haciendo caminos… otros lo seguirán.
CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MARÍA.
María Silenciosa, que todo imaginaste sin hablar, ayúdame a entrar en el misterio de Cristo, lenta y profundamente, como un peregrino consumado de sed que entró en una cueva oscura al final de la cual se escucha un ligero correr de agua. Antes que nada, déjame arrodillarme para adorar. Haz que luego empuje la roca con confianza y envíame serenamente al misterio. Finalmente calma mi sed con el agua de la Palabra en silencio como Tú. Quizás entonces, María, el secreto del Hijo Crucificado se me revelará en su inmensidad sin fronteras y caerán las imágenes y palabras para hacer espacio solo al infinito. JOHN HENRY NEWMAN.
Canto final.