Representación Mexicana de Oratorianos de San Felipe Neri

Oratorio: La caridad como único vínculo de los oratorianos

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La caridad como único vínculo

“Ante todo, tengan los unos para los otros una «intensa caridad»,

porque la caridad limpia la multitud de los pecados”.

 I Pedro 4, 8

Oración al Espíritu Santo

Padre Santo, Tú nos llamas a tu servicio para ser mejores personas en la sociedad y en nuestra Iglesia, te pedimos nos envíes a tu Espíritu Santo para que nos ayude a vivir en conciencia y verdad tu Palabra, en nuestras familias, en nuestras comunidades y sobre todo con quien necesita volver a renacer en su vida, y nos hagas ser discípulos fieles de tu Evangelio. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración a San Felipe Neri

¡Oh dulce Padre San Felipe!, que recomendabas la oración a nuestra Señora como medio singular para obtener la gracia de Dios, tu que la llamabas madre y fundadora de la Congregación del Oratorio, ofrécele también nuestros sentimientos de súplica y afectuosa veneración.

Ruega para que ella obtenga de Jesús un nuevo florecimiento del Oratorio, con celosos sacerdotes y hermanos que, animados de tu mismo espíritu de humildad, caridad, paz y alegría, se empeñen generosamente en la salvación de los hombres. Amén.

La palabra nos habla

 

De la primera carta de San Pablo a los Corintios

1 Cor 13, 3-8

 

“Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, de nada me sirve. La caridad es paciente, es servicial, la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa, no busca su interés, no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta. La caridad no se acaba nunca”.

Palabra de Dios

 

 

Pero, ¿Qué entendemos por caridad?

La caridad es una virtud, pero ¿qué es una virtud? La palabra virtud es proviene del vocablo latino “vir”, “virtus”, “virtutis”, que significa valor, y que se entiende como una cualidad humana que se caracteriza por obrar bien y correctamente, es decir, una persona virtuosa, es una persona que hace siempre le bien. Implica fuerza, valor, vigor, integridad y eficacia. La virtud se opone al vicio.

Su origen en nosotros se dio por infusión divina: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.” (Rom 5,5). Los teólogos concuerdan al decir que es comunicada en nosotros, junto con la gracia santificante.

Su morada es la voluntad humana. Aunque a veces la caridad aparece como intensamente emocional y frecuentemente reacciona sobre nuestras facultades sensoriales, reside propiamente en la voluntad racional, un hecho que no debemos olvidar, sobre todo cuando creemos que es una virtud imposible de aplicar con todos.

La caridad tiene un acto específico: Amar. Y ¿qué implicaciones tiene esto? Derrotarnos, es decir, aceptar que, si en nosotros está el bien, porque nos fue infundido, debemos desprendernos de nuestros caprichos, de nuestra cerrazón, de nuestro egoísmo, de nuestra soberbia, de nuestro dolor, de nuestro mal, aceptando que hemos hecho daño, y que no hemos entendido el concepto real de lo que implica el amor y que no lo hemos ejercido realmente. Aceptando todo esto sin afán de creernos “falsamente” buenos, podremos depurarnos y entonces podamos entender, aceptar, tolerar, aceptar, compartir, acompañar, reconocer, admirar, perdonar, disciplinar, y amar auténticamente al otro.  Esto es ejercer verdaderamente la caridad.

 

“Amar al prójimo como a sí mismo, es mucho mejor que todos los holocaustos y sacrificios”.                                                                                                                            Mc 12, 33

 

“En esto se conocen los hijos de Dios y los hijos del diablo. El que no practica la justicia no es de Dios, y tampoco el que no ama por completo a su hermano”.     I Jn 3, 10

 

 

“No hagan nada por rivalidad, ni por vanagloria; antes, sino con humildad, considerando cada cual a los demás por superiores a sí mismos, no atendiendo cada uno a su propio interés sino al de los otros”.                                                                                                                                                                                                                                      Flp 2, 3

 

Cualidades de la caridad

  • Amor y comprensión al otro
  • Corrección fraterna
  • Bendición a los enemigos
  • Donación hacia los otros

 

¿Por qué para san Felipe, la caridad es el vínculo de nos debe mantener unidos? 

Tomado del capítulo III del Itinerario espiritual

 

La caridad como único vínculo

 

  1. a) «Omnia in caritate» («Todo en caridad»). La caridad es la virtud que alimenta la unión fraterna y junto con la humildad sostiene la vida común de los seguidores de San Felipe.
  1. b) El Padre Pedro Consolini escribía: «Los sacerdotes de la Congregación y los miembros del Oratorio deben gozar siempre de óptima reputación, desapegados de todo tipo de interés material, despreciadores de la propia comodidad y enemigos de la individualidad; no buscan el propio yo ni el propio honor, dedicados completamente a la plegaria y a la caridad… es característico de los afiliados a la Congregación (los laicos del Oratorio) usar entre ellos un tipo de caridad más que fraterna, haciéndose favores sin cuidarse de la molestia propia por la comodidad del compañero: cada uno debe sobresalir en esta forma de vida, en el contentarse sobre todo cuando alivia algún peso al prójimo y, en esencia, hacer todo aquello que corresponde a un verdadero y cordial amigo que se encuentra en un lugar donde reina sólo la caridad. Y esta caridad nunca es bastante, así, consuela a todos aquellos que tienen problemas ayudándoles, teniendo con todos un corazón dulce y amable… la caridad el único vínculo, la cual va ejercitada también con los demás hermanos, a semejanza, lo más que se pueda, de los primeros discípulos de nuestro Santo, todos los cuales estaban amasados con la misma caridad, particularmente hacia los necesitados, socorriéndoles, si había posibilidad, con atenciones, también privándose de cosas necesarias y socorriendo a sus necesidades como una madre hacia sus hijos, habiendo dejado en esto tantos ejemplos nuestro Santo Padre».
  1. San Felipe, interrogado por un cartujo acerca de cuáles eran las reglas para su Congregación, respondió: “La caridad es la única regla”. Pareció extraño al cartujo que toda una Congregación se pudiese gobernar con una sola regla. San Felipe añadió: “Ésta basta si es entendida y vivida bien, sea para el buen gobierno de una Congregación, sea para la santificación personal”. Además, decía, “para ser perfecto no basta obedecer y honrar a quien es tu superior, y también es necesario honrar a los iguales y a los inferiores”.
  1. La caridad entre los miembros garantiza una vida serena y sólida, es fuente de reclamo para quien se siente llamado a darse a Dios: atrae a los externos y sirve de fermento renovador especialmente para los que están entregados al trabajo apostólico… “El espíritu de la Congregación del Oratorio ha estado siempre para atraer, jamás para rechazar».

 

ORACIÓN

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz. Donde hay odio, que lleve yo el Amor. Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón. Donde haya discordia, que lleve yo la Unión. Donde haya duda, que lleve yo la Fe. Donde haya error, que lleve yo la Verdad. Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría. Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz. Oh, Maestro, haz que yo no busque ser consolado, sino consolar; ser comprendido, sino comprender; ser amado, como amar.

Porque es dando, que se recibe; Perdonando, que se es perdonado; Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y Bendita.

Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén

Santo Padre Felipe Neri, ruega por nosotros