Mensaje del Papa San Juan Pablo II
Una Mirada Papal
En el IV Centenario de la Muerte de San Felipe Neri
EL ORATORIO DE SAN FELIPE NERI
L a amable figura del Santo de la alegría sigue manteniendo intacto, también en nuestros días, aquel encanto irresistible que ejercía en cuantos se le acercaban para ser guiados en el conocimiento y experiencias aprendidas en las auténticas fuentes de la alegría cristiana..
Puede decirse, por esta razón, que no fue él quien adoptara a Roma, sino más bien Roma quien le eligió y adoptó a él.
Llegó joven a esta ciudad y luego, durante más de sesenta años, vivió continuamente en ella, en un momento en el que a vicios pasados, le sucedía una generación de santos.
Si andando por las calles se encontraba a la humanidad dolorida, la confortaba y socorría con la caridad exquisita de una palabra prudente, y humana a la vez, mientras prefería recoger a la juventud en el Oratorio, su verdadera invención.
Con genio creador, hizo de él un lugar de encuentro gozoso, un ejercicio de formación y un centro de irradiación del arte.